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Volviendo a casa. |
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De vuelta a casa.
Por: Cesar Sosa H.
Septiembre, 17, 2011. Esta vez no tuvimos que esperar casi 10 años para volver a levantar el trofeo, La disciplina y el modelo de desarrollo de peloteros de la región en su cosecha 2011, volvió a dar frutos.
Consiguió para esta afición ávida de triunfos, uno mas para sus vitrinas.
Cada uno de los títulos tiene su propia historia, el argumento de esta vez fue el tesón, La eficiencia. Con menos hacer mas.
La generación 2011 de jóvenes criados, formados y entrenados en la región salieron airosos de la difícil prueba. Ir a encerrarse a zonas como Juárez, la capital, Jiménez y por supuesto Delicias no es sencillo.
Los Mineros jugaron una serie final descarada, atrevida, sin temor alguno al ogro que resulto tigre de papel.
Guereca le aposto a su fortaleza, que era su pitcheo y juventud. Y ambos se fajaron en las duras y en las maduras.
Luego de verlos pelear durante 15 entradas y sacar las papas de la lumbre no me quedaba duda de que el campeonato regresaría a casa. La blanqueada del día siguiente fue medicinal , nos regreso la sidra a las hieleras y nos hizo contener el grito y el baño de cerveza y agua.
Los Mineros entendieron que faltaba una victoria y que para no variar seria fuera.
Ese sexto de la serie me trajo recuerdos, malos, muy malos, en seis se perdió el año pasado y el sexto del 2001 también fue negro.
No esta vez,
Humberto venia entonado, creativo, valiente, veloz. Hizo desfilar a 12 rivales en perfecto orden acelerando el juego y acercándonos a la emoción. De hecho el juego transcurrió rápido, el Jomron tempranero puso apenas la dosis minima de calma, un cero a cero en la segunda mitad del encuentro hubiera sido demasiado.
El rival, sin darse cuenta aun que estaba herido de muerte, se alborota en la novena, se alivia para morir. La rola se escurre jalada a la segunda, Alex Alvarado se mueve, se coloca de frente y la recoge impecablemente, fuerza en segunda. Simple. fácil, contundente. La espera termina, las dudas también, los mariachis callaron.
Pero el resultado tenia que ser el que fue, por simple y llana justicia.
Mineros hizo una temporada sobria, austera, llena de dudas y de zurcidos pero el propósito nunca se perdió.
Aun y con el roster plagado de jóvenes locales, Mineros ha porfiado en aspirar a acumular títulos, la afición de la IV zona confía a plenitud en el nivel que alcanzan sus peloteros para rifarlos contra leones curtidos en todas las plazas del país.
¿Donde cabe la critica a tal empeño?
El campeonato 23, porque son 23, era mas que deseado, necesario. Necesario para gritarlo a los 4 vientos que ese, o sea, ese, es el modelo a seguir de equipo que queremos en nuestro campeonato. Mientras otras, las mas, plazas se desgarran los harapos llorando los unos sobre la leche derramada y los otros, carcomiéndose por el pecado que pinta de verde, atacando con mas argumentos que razones al beisbol parralense.
El campeonato estatal viene desde los 30s del siglo pasado, no de cuando nació la AEB, y el beisbol en Parral se juega desde 1898, entérense trasnochados.
Negar o denostar el recién ganado campeonato no merma la alegría que nos invade como afición parralense, al contrario, empequeñece a quien lo argumenta.
De nuevo, como casi siempre La Furia Gris llenó los estadios donde se presentó y atrajo a morbosos y a aficionados y desparramó el talento de sus jovencitos en casi todos los parques del estado.
Es comprensible que un equipo así, cuya característica básica es luchar hasta el ultimo aliento provoque morbo. Pero también hay que contenerlo.
El campeonato regresa a casa. Los Mineros son campeones. La arrogante Furia Gris ha sacudido de nuevo a una ciudad que pivotea a su alrededor. El Pito Gordo, el de las grandes ocasiones, fue desempolvado y afinado para recibir a los hijos del Parral que gallardamente traen de vuelta el titulo a casa. Por que de aquí es.
La bandera 23 ondea ya en lo mas alto del estadio. Su lugar.
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