Maldicion.

  Maldicion.  
   
 

Maldición.
¿Existe la maldición del Almanza?
A través de los años hemos visto a Mineros perder series en forma tan increíble como desastrosa en el antes llamado coloso de de la deportiva. A esa deplorable racha le hemos llamado maldición. Parque embrujado que corta el ímpetu Minero y nos proporciona una frustración que nos dura hasta por aquello del jueves de la semana siguiente.
Durante lustros nos reuníamos en las gradas centrales y de tercera Parralenses avecindados en la capital y viajeros ex profeso para tal cita con el demonio. Y no pocas veces la derrota tan increíble como punzante era el tema central de las platicas y brindis post juego; motivo amplio y suficiente para dejar salir la nostalgia por los tiempos idos y las caras reencontradas. Sin embargo y tengo que decirlo, esta ocasión esto pasó apenas, ni tantos ni los mismos. ¿Qué ataque de apatía le pasa a los fanáticos Mineros de un tiempo hacia acá?
La peor crítica es la indiferencia.
¿Hacia donde se mueve el interés de los aficionados? Menuda incógnita, quizá solo es que los ciclos se cierran y quien esta fuera de contexto es uno...
Hemos llamado maldición a perder juegos que ya considerábamos en la bolsa, desconocidas posibilidades hasta ese momento, salen de las alcantarillas del béisbol y basta una para que nos arruine la fiesta y el Oé, Oé.
Eso es la maldad innata de las cosas intangibles.
Pero, dejando de lado la mística superstición beisbolera, esto tiene una explicación terrenal, cada derrota en el ahora descuidado parque de la deportiva podría ser merecedora de un análisis.
Dicen que el visitante va por un juego, eso es pensar conformista. Las series por eso son nones, para ganarlas y no dejarlas tablas. Mineros inició su seria contra Chihuahua de manera desastrosa, en media hora de juego ya tenia la cruz a cuestas, en menos de dos entradas, el panorama se veía oscuro e indicaba que Parral tendría que remontar 6 anotaciones o ganar los dos encuentros restantes. Al perderse el primer juego, el del sábado tomaba relevancia, por eso hubo que sudarlo lanzamiento a lanzamiento, por eso hubo que trasnocharlo.
¿Pero por que tan cara la victoria? No hay maldición en poncharse sin tirarle con la casa llena, no hay tal embrujo en dar dos hits en más de 15 turnos en la serie. No hay hechizo en no poder mantener una ventaja de dos carreras a la altura del octavo episodio.
Las estadísticas pueden ser terribles y dicen que hasta engañosas, pero nunca inútiles.
El valiente pitcheo minero necesita descansar en un orden al bat que si asuste a los lanzadores rivales y no solo los sorprenda. El Mano mueve magistralmente los recursos que le dan, pero la magia no se le da.
La serie pudo ser Minera, un solo out nos separó de ella, tan cerca y tan distante, pero, y ahí si aparece ese estigma, no iba a ser tan fácil.
Jesús, aficionado fiel que anota con caligrafía preciosista cada juego desde hace mas de 10 años lamenta que el estadio Furia Gris no se llene, tampoco conoce el porque, la respuesta debe ser simple, pero nadie la comparte.
Luego de Ojinaga y las elecciones, volveremos a ver a Mineros en su casa contra Chihuahua, comprobaré si la serie sigue siendo atractiva para el aficionado, si aun arde tal pasion o somos menos los que nos hemos quedado atados al sentimiento.
Agradezco sus comentarios en: csosa31@gmail.com

 
   
 
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