El jarron roto

  El jarron roto  
   
 

El jarron quebrado.
Por Cesar Sosa H.
Diciembre, 04,2009. Una fabula cursi pero que ilustra la nota: Tristán el príncipe, amaba con devoción a Astrid su bella esposa, un día sin embargo su guardia interceptó una carta de amor escrita por ella, pero no dirigida a El. Ella al ver descubierto su desliz, comprendió el error cometido e imaginó que irremediablemente perdería su posición en la corte. Arrepentida suplicó el perdón del príncipe, a lo que El le respondió: " Mi amor es tan grande como para perdonar tu falta, pero la confianza, ¿como la recupero"? Y la echó del palacio.
Ángel El Bucky Pérez, hoy la figura mas emblemática de los Mineros, emigró a finales de los 80s a jugar en la región algodonera en la llamada súper liga, luego calzó la casaca de los odiosos Dorados de Chihuahua donde incluso destacó bateando en la temporada invernal, su mas reciente incursión fuera del seno Minero fue en el 2004 donde fue campeón con los Mazorqueros de Camargo.
Iván Rodríguez, quizás el jugador mas querido por la afición Parralense en la última década fue también Dorado y más recientemente Rojo de Jiménez. Son solo dos ejemplos de peloteros emblemáticos Mineros que han sido rivales de la tierra que los forjó como beisbolistas.
Sin embargo en ambos casos, cuando regresaron al hogar encontraron solo muestras de regocijo por tal decisión; mínimos o nulos resentimientos o reproches por parte de una afición celosa como la es la nuestra.
¿Por que?
Simple. Ellos se han ido sin romper el fino y delicado hilo de la confianza, se aseguraron que la puerta, no de los directivos, si de la afición, quedara abierta.
Es evidente que a pesar del campeonato conseguido, el equipo Minero padeció la escasez de bateo de todo calibre; lo dije en su momento, salvo Edgar, La Furia Gris fue chata en su ofensiva, y solo el pitcheo y el juego pequeño y creativo nos dio tan ansiado logro.
Hoy, cuando los fuegos artificiales se han apagado y se avizora en el horizonte el 2010 y su nueva temporada, el béisbol de estufa empieza calentar este frío diciembre. Mineros necesita llenar los huecos que arrastra desde el 2009; cierto, necesita con premura bateo, y necesita un receptor y ahora hasta un jardinero sin olvidar el bull pen, pero como dijo alguien en una nota que me envío: "Siempre será mejor el que viene que el que se fue…"
La costa del pacifico esta plagada de jugadores que no solo darían, sino que marcarían el nivel de nuestro estatal, ya en algunas ocasiones he mencionado el vivero enorme de peloteros que pueblan esas latitudes, elementos quienes poseen ya la piel dura y que se adaptarían a la naciente liga.
Habrá que buscarlos además disciplinados, la interacción del jugador con la comunidad en la mayoría de las ciudades del estado es muy intensa, esto através del tiempo ha traído sólidas ventajas a la competencia, sin embargo la línea que separa al amor del odio de la afición es muy precaria. La comunidad beisbolera adopta al jugador pero a la vez lo marca, lo vigila.
Un desaire hacia el fanático graba su relación con el. Declaraciones temerarias traen repudios históricos, abucheos interminables. La memoria es mala consejera.
Si un jarrón se rompe y luego se pega, ya no queda igual, lo sabemos.
Ahora bien, no debemos creer que esto pasa solo en nuestro universo, Boston jamás perdonó.
Esto es valido y hasta sano si se limita exclusivamente al ámbito deportivo.
Las reglas de los equipos cualquiera que sea su giro son, en el mundo civilizado más duras incluso que las de una comunidad civil.
Actualmente Tiger Woods padece las consecuencias de un "pequeño resbalón", esta siendo forzado a dar explicaciones y ofrecer disculpas a toda America por algo que debería importarle solo a su esposa. Otro caso: Plaxico Burress, estrella de los Gigantes de NY perdió fortuna y carrera por portar un arma en sus ratos libres, fue juzgado por la autoridad, pero los Gigantes lo repudiaron por siempre jamás.
Es momento de escribir en página nueva, de refrescar el ambiente y a la vez mantener la armonía para retener el preciado titulo que codician nuestros rivales.

 
   
 
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